La invasión musulmana de la península ibérica propició el traslado del Arca Santa y otras reliquias venidas de Jerusalén, desde Toledo al Monsacro, para su salvaguarda. La inquietante situación de la antigua corte visigoda hizo que estas reliquias atravesaran la Cordillera Cantábrica en busca de protección. Finalmente el Arca Santa encontró cobijo en las capillas medievales del Monsacro. Años más tarde, los contenidos del arca fueron trasladados a la Catedral de Oviedo.
viernes, 4 de marzo de 2011
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