Celedonio Fernández Menéndez, hijo de Severino Fernández Fombona, industrial y propietario de la fábrica de embutidos El Hórreo, en Noreña, persona trabajadora de ideas avanzadas y emprendedor, y de Ángela Menéndez Colunga.
Celedonio no tuvo madre que le contase cuentos o le cantara canciones, como a Federico García Lorca, pues ésta falleció en un parto en torno al año 1916 o 1917, cuando él contaba 2 o 3 años de edad, de ahí el interés y esfuerzo de su padre, años más tarde concejal de derechas del Ayuntamiento de Noreña, por conseguir una comadrona o comadrón en Noreña, para que las mujeres no murieran por un acontecimiento natural, como es el parto, objetivo que se cumplió.
No fue buen estudiante, como Lorca, no quiso estudiar la carrera de Veterinaria que su padre le proponía. Se volcaba en el trabajo, amaba a los animales, iba a recoger a diario el correo montado a caballo y acompañado de dos perros, que le esperaban junto al caballo mientras él recogía la correspondencia. Era alegre, bromista y atrevido, decía que no tenía miedo a nada. Estaba enamorado de una joven de Noreña con quien pretendía casarse. Su padre le estaba preparando el ajuar, sábanas bordadas con sus iniciales, de las que yo conservo aún alguna funda de almohada.
Era falangista, fue insultado por los guardias de asalto, a quienes se enfrentó en Noreña un día del mes de mayo de 1936. Fue detenido y encarcelado primero en Noreña, más tarde en Pola de Siero, hasta su muerte.
"En tiempos de venganza, las viejas enemistades, las envidias enquistadas afloran como bacterias destructoras, llevándose por delante ilusiones y vidas"
(Ángeles Caso en su libro "Las casas de los poetas muertos", refiriéndose a la muerte de Federico García Lorca).
Celedonio Fernández Menéndez murió fusilado en la Faya de los Lobos, en Nava, por los defensores de la libertad y la democracia de la II República española; le sacaron de paseo desde Pola de Siero la madrugada del día 22 de agosto de 1936, a los 21 años de edad, dos días después de que esa misma intolerancia asesinara a Federico García Lorca, justo por el bando contrario de la España golpista.
El cuerpo de Celedonio apareció atado y sobre unas piedras, con la ropa empapada de sangre. (Recuerdo un trozo de tela marrón, de ojo de perdiz, del traje que llevaba y que mi madre guardaba junto con restos de un rosario). Avisada la familia, pudieron recoger su cadáver y darle sepultura, en ausencia de su padre, pues el golpe de Estado le sorprendió en Portugal.
Uno de los individuos que participaron en su ejecución comentaba poco después en un bar de Noreña: "El tal Celedonio tenía los 'cojones' bien puestos, pues nos dijo: 'Mataisme porque me lleváis amarráu, sino no me matabais'".
La casa y la industria familiar fueron saqueadas, su hermana perseguida y humillada, obligándola a fregar los suelos en el comité del Partido Comunista; terminó marchando de Noreña hasta que pudo regresar en octubre de 1937.
Con este relato no sólo quiero recordar a Celedonio, quiero rendir mi homenaje a los treinta y cuatro ejecutados por la represión republicana en Noreña, desde antes del 18 de julio de 1936 al 21 de octubre de 1937.
Las personas, ejerciendo su libertad, pueden ser falangistas, comunistas, de derechas, de izquierdas, republicanas, monárquicas, sin que esto imprima carácter. Buenas y malas personas las hay en todos los partidos políticos, organizaciones, confesiones religiosas, sindicatos... No debemos sentenciar: socialistas progresistas, comunistas, republicanos, demócratas, de izquierdas, ateos, agnósticos... buenos. Falangistas de derechas, monárquicos, religiosos... malos, o viceversa, esto es algo personal. El bien y el mal se mezclan en nosotros como el trigo y la cizaña.
En el mes de octubre se recuerda con homenajes a las víctimas de la Revolución de Octubre de 1934. Yo quiero recordar la memoria de las víctimas de la represión republicana.
"Al inicio de la sublevación militar, 18 de julio de 1936, Noreña queda bajo la autoridad republicana. La desaparición de las fuerzas de seguridad permite la formación de comités que someten a la población al control de las milicias encargadas del orden en la villa". "En agosto del 36 se produce el incendio del Hospital de Pobres y Peregrinos". "El 20 de julio, un grupo de milicianos de Noreña, Siero y Carbayín participa en el asedio a Oviedo". "A finales de octubre, se militarizan los batallones de milicias y el batallón 'Azaña' se instala en el cuartel de Noreña". "En esos meses se produce la represión republicana, pesquisas, saqueos, incendios en la iglesia parroquial y en la capilla del Ecce-Homo, detención de sospechosos, presos en la capilla del hospital y ejecución de 34 personas en Noreña. El 21 de octubre de 1937, el Ejército nacional ocupa Noreña".
Noreña contaba antes de la Guerra Civil con 2.653 habitantes.
Datos tomados del libro "Asturias, concejo a concejo" (Noreña, Págs. 88 y 89).
Hoy me gustaría depositar ante la lápida un ramo con treinta y cuatro claveles blancos. (La lápida fue retirada por el Ayuntamiento de Noreña de la fachada norte de la iglesia parroquial el 31 de marzo de 2015, en la que estaban grabados los nombres y apellidos de los ejecutados, y en la actualidad en alguna dependencia del Ayuntamiento).
María Teresa Cano Fernández
CARTA AL DIRECTOR PUBLICADA EL 3/11/16 EN EL DIARIO "LA NUEVA ESPAÑA"
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