lunes, 4 de abril de 2011

Cunas humildes, al nacer mecieron

vidas que asombro de los mundos fueron:

Fernando e Isabel, ¡pecho y cabeza!,

forjaron de un Imperio la grandeza.

Colón, humilde en ambición suprema,

añadió un nuevo mundo a su diadema.

Cervantes, pobre, con virtud notoria

da a España con su pluma eterna gloria.

Velázquez, sin soberbia, al orbe inquieta

con la luz singular de su paleta;

Y Pizarro y el Cid dan los mejores

destellos de que son conquistadores.

¿Qué gloria a su ascendencia enternecida

no dieron estos hombres con su vida?

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