lunes, 18 de julio de 2016

LA BALA Y LA NAUSEA

Que sí, que sí... que seguramente, si volviera a ocurrir, volveríamos a apuntarnos al bando
que no iba casa por casa a buscarnos para pegarnos un tiro.
Que sí, que ha resurgido el odio y el revanchismo; que se abren heridas cerradas por muchos de los protagonistas de los dos bandos.
Que sí, que triunfa la mentira, la tergiversación... que la memoria histórica sólo es un cuento para vomitar rencor y rabia.
Y es que... los hijos y nietos herederos de la CEDA, del Opus, de los “hombres de orden”, nos utilizaron, nos odiaban tanto a nosotros como a los otros, y hoy, como ayer, siguen y van a por nosotros...
Y es que... se ganó al comunismo, pero se barnizó al Régimen saliente con distintas capas que se iban cayendo en virtud de la atmósfera que se respiraba en el exterior. Sí, ya se... Seguridad Social, vacaciones pagadas... tecnocracia, bases americanas, monarquía, parafernalia azul...
¿Acomplejado? Venga, en absoluto... celebrar, festejar... no creo que sea lo más apropiado, prefiero recordar, conocer, saber y contestar enfrentándome a ese guerracivilismo que llena de palabras e imágenes los medios de comunicación con reportages, artículos y entrevistas interesadas y parciales, que niegan voz a uno de los bandos y censuran la represión, los asesinatos y las torturas del otro bando inventándose un paraíso idílico
¿Acomplejado? No, yo no puedo celebrar una guerra civil, no puedo aplaudir que hermanos, que familias enteras, lucharan frente a frente, cada uno con su verdad, vertiendo dolor y muerte; yo no siembro resentimiento, yo no aliento el guerracivilismo, eso se lo dejo a los de siempre, a los que se emborrachan de ideas de odio y a la derecha cobarde. Yo recuerdo a Pedro Muñoz Seca tanto como a Federico García Lorca, y los recuerdo como símbolos de esa España enfrentada, de esa España que hoy se empeñan en desenterrar los nietos de Largo Caballero con la complicidad de los nietos de Gil Robles, y nosotros, tan alejados de unos como de otros, al igual que ayer, tendremos -tendríamos- que eligir de nuevo entre la bala y la nausea.

J.A. LLOPART




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