viernes, 29 de octubre de 2010

martes, 26 de octubre de 2010

Sólo los tontos os creen y os votan

¿Efecto del cambio climático? ¿O el resultado de los planes Mundialistas?

Selección francesa de fútbol del año 1959




Selección francesa de fútbol del año 2010




Los efectos del cambio climático no pueden ser ignorados por más tiempo...


¡¡¡Nos estamos achicharrando, coooooñoooo!!!

domingo, 24 de octubre de 2010

LA MULTICULTURALIDAD EN ASTURIAS ES CONTRAPRODUCENTE A LA PAR QUE INACEPTABLE

Las minorías étnicas "firman" una nueva setencia en Oviedo ,amparados como lo están por el paraguas democrático y la corrección política , que dejan al ciudadano oriundo huérfano de toda seguridad y en franca desventaja ante la ley .
Una ley y unos políticos mezquinos ,plegados y postrados al "buenismo" imperante en nuestra sociedad, justifican cuando no esconden esta clase de hechos cada vez más frecuentes, en nombre de la tolerancia,la multiculturalidad,el progreso y la democracia. Se escudan en sus medios de comunicación ya sean de barniz "liberal" o "marxista" para bombardearnos con la buena nueva para criminalizar toda opción disidente contra el pensamiento único




Un joven ovetense denuncia una brutal agresión de un grupo de menores marroquíes

Con la cara, nariz, labios y ojos totalmente amoratados, una cicatriz en el cuello, collarín y vértigo, un joven ovetense de 20 años (prefiere mantener su identidad en el anonimato) relataba ayer, denuncia en mano, cómo un grupo de menores marroquíes le propinaron una brutal paliza en el cruce de las calles San Melchor y San Mateo, en el barrio de San Lázaro.

El joven critica a los Servicios Sociales del Principado, de los que depende la tutela de algunos menores extranjeros residentes en la región. «No entiendo, y me gustaría preguntarles a las autoridades de las que dependa, qué hacen esos menores por ahí a las seis de la mañana si están bajo la tutela del Principado. No lo puedo entender»

Noticia

jueves, 21 de octubre de 2010

VETUSTA


Fue el Rey Alfonso II el Casto el que trasladó la corte de los primeros reyes de Asturias de Cangas de Onís a Oviedo, y ningún monarca astur se verá tan envuelto en tradiciones mágicas y hechos milagrosos.
Sobre los restos de su antiguo palacio se construyó la actual catedral, y en su Cámara Santa podéis ver -aunque tan retocados y restaurados que ignoro lo que quedará del original- parte de las más sagradas reliquias del patrimonio asturiano. Allí está, recubierta de plata, el Arca Santa . La Cruz de la Victoria, antigua cruz de roble -¡siempre el roble!- que blandió Don Pelayo tras su victoria en Covadonga. La Cruz de los Ángeles, que según la tradición fue construida por dos ángeles que disfrazados de alquimistas se encierran varias semanas en un recinto del que salían rayos y truenos, y donde parecía trabajar un incansable ejército de gnomos. Tras un largo silencio, se encontró una magnífica cruz de oro que los desaparecidos ángeles dejaron como regalo al rey.



Pero dejemos las reliquias y pongamos rumbo al monte sagrado de la ciudad: el Naranco. Allí, los reyes astur-leoneses edificaron gran cantidad de templos, de los cuales hoy sólo quedan las dos joyas del prerrománico asturiano que son Santa María del Naranco y San Miguel de Lillo.




El Campo de San Francisco, verdadero pulmón verde de la ciudad. Porque por Oviedo también pasó Francisco de Asís en su camino hacia tierras compostelanas, fundando allí un monasterio cuyo huerto fue llamado Campo de San Francisco en honor al santo.

Al pasar por la calle Uría, cuidad de no pisar una gran placa en el suelo, que recuerda que allí estuvo plantado el Árbol Sagrado de la ciudad: Un gigantesco roble que dio a los ovetenses el nombre de carbayones, y que la iniquidad del mundo moderno ha talado para sustituirlo por la estética del asfalto y el hormigón.




Entre el silencio y la bruma que cubren la plaza de la catedral y la Escandalera, aún resonarán en vuestros oídos las voces de la Regenta y de Don Fermín, de Don Álvaro y del mundo perdido de la antigua Vetusta. Y si sois afortunados, podréis ver aún el viejo espectro de Clarín paseando solitario por la plaza de la catedral, con su gran paraguas negro para protegerse de esa fina lluvia , el orbayu, con los pies andando sobre la tierra, pero con el alma perdida .

miércoles, 20 de octubre de 2010

LA ARCADIA HISPANA


Et in Arcadia ego. ¡Yo también nací y viví en Arcadia! Así comienza Don Armando Palacio Valdés la gran obra que dedicó a Asturias, La aldea perdida.
Siguiendo el río Nalón arriba a través del valle minero de Langreo, llegaremos a la bonita villa de Pola de Laviana. A su salida, cruzaremos el Nalón por el puente de la Chalana y entraremos en la aldea de Entralgo, cuna del escritor Don Armando Palacio Valdés. Sí, estamos en La Aldea Perdida.
Siendo ya muy anciano Don Armando, cansado de críticas injustificadas y desengaños, dejó volar por última vez su alma hacia su Asturias natal, dedicándole la que fue su última novela, La Aldea Perdida. Gran amante de la cultura griega, narra en su novela un drama terrible ocurrido en su niñez y que él reviste de los tintes heroicos del helenismo clásico, mientras cuenta cómo su Arcadia feliz es devastada por la llegada del ferrocarril y de la minas. Allí donde el carbonero Nalón vuelve sus aguas más limpias y cristalinas, donde su cauce se eleva hacia las montañas de Caso y del puerto de Tarna, encontraréis un hermoso mundo de bosques de robles y de castaños, de pumaradas y de siempre fértiles avellanos, que dejan caer sus ramas sobre el río. Allí moran la pérfida Xana, que hechiza a los jóvenes en los amaneceres de San Juan, el orgulloso Ñuberu, que descarga furiosas tormentas sobre sus enemigos, el huidizo Busgosu, señor de los bosques y enemigo de los cazadores, el travieso Trasgu y todo el sinfín de dioses de la naturaleza astur que un día convivieron con el hombre antes de que éste hiciera de la ambición y del dinero sus únicos amos.
Fue en aquellas hermosas aldeas en las cuales Don Armado viera siendo aún niño los grupos de los jóvenes de Entralgo, de Lorio, de El Condado, de Ribota. Aún podréis visitar Canzana, la aldea de la bella Demetria o la braña del heroico Nolo, dormidas como perlas al pie de la elevada y brillante Peña Mea. Sí, todo aquello terminó cuando el ferrocarril profanó sus vírgenes bosques y las minas comenzaron a destruir la tierra, embruteciendo a los hombres y abriendo las negras puertas del camino llamado progreso.