Vivienda-
Inicialmente (siglo VII a. C.), los poblados estaban construidos por agrupaciones de viviendas hechas con materiales vegetales, para posteriormente (500-100 a. C.) aparecer casas circulares de piedra, murallas y defensas. Por último el hábitat se organiza en los castros, situados en lugares estratégicos, amurallados y con fosos.
Las cabañas eran de planta redonda (como en Campa Torres y el castro del Castiellu de Llagú) o elíptica sin ángulos (como en el Picu Castiellu de Moriyón), con techumbre vegetal que se sostenía sin columnas interiores. Las cabañas se apiñaban unas junto a otras, dando lugar a calles estrechas e intransitables. Similares a las viviendas reconstruídas en Gales (como en Castell Henllys7 y St. Fagans) e Irlanda (Wexford), contaban con un zócalo de piedra y muros de entretejido de varas cubierto de barro al que se le habría sobrepuesto algún tipo de aislante.
Las viviendas tienden a ser rectangulares a medida que se avanza hacia el este y se hacen más fuertes las influencias procedentes de centroeuropa y el mediterráneo. Las influencias celtiberizadoras encuentran cierta resistencia en la zona; se extendieron a las regiones occidentales y septentrionales con las que compartía el mismo sustrato social y económico, pero este proceso fue interrumpido con la llegada de Roma.
Guerreros-
Pueblo de fuerte carácter guerrero, contaban con el dardo como arma principal. Usaban un escudo o caetra, tanto pequeño como grande. También usaban el puñal, espada corta de antenas, hacha de doble filo, hacha de talón, lanza de enmangue en tubo, brazalete macizo con decoración incisa, anillas, honda, así como la falcata, utilizada posiblemente debido a las influencias de otros pueblos peninsulares. Como elementos de prestigio personal vinculados al estamento guerrero estaban los torques.
Durante las Guerras Cántabras se enfrentaron a Roma en alianza con los cántabros, practicando una guerra de guerrillas, llevando a cabo emboscadas y maniobrando en estrechos valles y empinadas laderas donde luchaban a caballo Fue famosa su caballería, con sus caballos asturcones, y una vez dominados por Roma, fueron reclutados como tropas auxiliares. Así, en el Muro de Adriano, construido al norte de la actual Gran Bretaña para proteger sus territorios de las invasiones de los pictos, se tiene constancia de 2 alas de caballería astur. También se ha encontrado una estela funeraria en la ciudad alemana de Bonn, dedicada a Pintaius, ciudadano astur portaestandarte de una cohorte romana.
En cuanto al registro arqueológico, la Asturia estaba dentro del área de influencia del Arco Atlántico, que durante el Bronce Final mantuvo importantes contactos comerciales. Una característica común en toda la zona atlántica es el hallazgo de acumulaciones de piezas metálicas sin contexto arqueológico y que parecen relacionarse con ofrendas votivas en parajes naturales con carácter sagrado. Este es el caso de espadas halladas en ríos como el Esla o el Órbigo. Como dato curioso, una espada de lengua de carpa fue localizada en Paradela de Muces, supuestamente hincada en una roca.
Inicialmente (siglo VII a. C.), los poblados estaban construidos por agrupaciones de viviendas hechas con materiales vegetales, para posteriormente (500-100 a. C.) aparecer casas circulares de piedra, murallas y defensas. Por último el hábitat se organiza en los castros, situados en lugares estratégicos, amurallados y con fosos.
Las cabañas eran de planta redonda (como en Campa Torres y el castro del Castiellu de Llagú) o elíptica sin ángulos (como en el Picu Castiellu de Moriyón), con techumbre vegetal que se sostenía sin columnas interiores. Las cabañas se apiñaban unas junto a otras, dando lugar a calles estrechas e intransitables. Similares a las viviendas reconstruídas en Gales (como en Castell Henllys7 y St. Fagans) e Irlanda (Wexford), contaban con un zócalo de piedra y muros de entretejido de varas cubierto de barro al que se le habría sobrepuesto algún tipo de aislante.
Las viviendas tienden a ser rectangulares a medida que se avanza hacia el este y se hacen más fuertes las influencias procedentes de centroeuropa y el mediterráneo. Las influencias celtiberizadoras encuentran cierta resistencia en la zona; se extendieron a las regiones occidentales y septentrionales con las que compartía el mismo sustrato social y económico, pero este proceso fue interrumpido con la llegada de Roma.
Guerreros-
Pueblo de fuerte carácter guerrero, contaban con el dardo como arma principal. Usaban un escudo o caetra, tanto pequeño como grande. También usaban el puñal, espada corta de antenas, hacha de doble filo, hacha de talón, lanza de enmangue en tubo, brazalete macizo con decoración incisa, anillas, honda, así como la falcata, utilizada posiblemente debido a las influencias de otros pueblos peninsulares. Como elementos de prestigio personal vinculados al estamento guerrero estaban los torques.
Durante las Guerras Cántabras se enfrentaron a Roma en alianza con los cántabros, practicando una guerra de guerrillas, llevando a cabo emboscadas y maniobrando en estrechos valles y empinadas laderas donde luchaban a caballo Fue famosa su caballería, con sus caballos asturcones, y una vez dominados por Roma, fueron reclutados como tropas auxiliares. Así, en el Muro de Adriano, construido al norte de la actual Gran Bretaña para proteger sus territorios de las invasiones de los pictos, se tiene constancia de 2 alas de caballería astur. También se ha encontrado una estela funeraria en la ciudad alemana de Bonn, dedicada a Pintaius, ciudadano astur portaestandarte de una cohorte romana.
En cuanto al registro arqueológico, la Asturia estaba dentro del área de influencia del Arco Atlántico, que durante el Bronce Final mantuvo importantes contactos comerciales. Una característica común en toda la zona atlántica es el hallazgo de acumulaciones de piezas metálicas sin contexto arqueológico y que parecen relacionarse con ofrendas votivas en parajes naturales con carácter sagrado. Este es el caso de espadas halladas en ríos como el Esla o el Órbigo. Como dato curioso, una espada de lengua de carpa fue localizada en Paradela de Muces, supuestamente hincada en una roca.
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